Hambre de Dios

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.» Mateo 5:6

Uno de los mensajes más emblemáticos de Cristo ha sido el llamado SERMON DEL MONTE, esta recopilación de enseñanzas de Cristo, es sin lugar a dudas un devocional amplio para nuestras almas.
Hambre de Dios, ¿cualquiera diría como así?; podemos comernos a Dios. La verdad es que a Dios no se come, pero a lo que se refiere este pensamiento es de tener el deseo de poder disfrutar y saciar nuestra necesidad o vacío interior de la presencia o gloria de Él.

Cuanto deseo poder conocer a Dios cada día más, que este deseo me lleve a buscarlo hasta encontrarlo; sin importar los obstáculos a los que tenga que pasar para poder hacerlo. Aquella mujer con flujo de sangre me da la ilustración perfecta para lo que digo; no escatimo esfuerzos hasta llegar y encontrar lo que buscaba. Obteniendo así respuesta a su necesidad.

Para nuestra edificación debo decir que hoy en día son muchos los que asisten a una determinada congreción e involucrándose a las diversas actividades que esto pueda significar. Pero en honor a la verdad son muy pocos los que vuelven a sus casas satisfechos o saciados de haber tenido un encuentro con Dios. Pues el activismo de nuestros programas poco o nada permite esa oportunidad de lograr tocar el borde del manto y lograr así desatar virtud de Dios para saciar nuestra hambre de Dios.

«Busca a Dios de tal forma que puedas encontrarlo y estar satisfecho de haber estado en su presencia.»

Del escritorio del pastor. Jaf.